Dimensiones múltiples de la participación
Multiple Dimensions of Citizen Participation in Spatial PlanningMiguel Martínez López Palabras clave
En el estudio de los procesos sociales de participación ciudadana vinculados
a procesos de planifi cación espacial prevalecen visiones pluralistas y unidi-
mensionales. En este trabajo se examinan las defi niciones de la participación
ciudadana en la planifi cación espacial propuestas por autores con perspecti-
vas elitistas, confl ictualistas y, en general, multidimensionales. Sus contribu-ciones ofrecen marcos interpretativos más adecuados para la investigación social de esta problemática y señalan variables relevantes, como el papel de los expertos, el origen de las iniciativas y las consecuencias sociopolíticas. Distinguimos aquí cuatro enfoques multidimensionales (el de los «movimien-tos urbanos», el «dialéctico», el de la «potenciación» y el «comunicativo-crítico»), sus principales diferencias y las alternativas que formulan a las concepciones unidimensionales de la participación ciudadana en términos de ejercicios colectivos de poder, actores y métodos involucrados. Key words Abstract
Pluralist and one-dimensional views are prevalent in the analysis of citizen
participation processes linked to spatial planning processes. This article
examines the defi nitions of such processes as proposed by authors with
elitist, confl ictualist and, in general, multi-dimensional perspectives. Their contributions provide more suitable theoretical frameworks for social investigation purposes and highlight important variables such as the role of experts, the origin of participatory initiatives and their socio-political con-sequences. We maintain that multi-dimensional perspectives offer a more comprehensive approach to the analysis of urban policies in which citizen participation is embedded. Hence, the article focuses on four multi-dimen-sional approaches, their main differentiating features, and the ways in which they represent an alternative to one-dimensional conceptions of citizen participation in terms of the collective exercise of power and the actors and methods involved. INTRODUCCIÓN
Desde cualquier punto del espectro ideoló-gico, representantes políticos, técnicos de la
En los sistemas políticos regidos por institu-
Administración pública y gestores privados
ciones democráticas de carácter representa-
han alabado las virtudes de la participación
tivo, cada vez más han proliferado discursos
ciudadana. Aunque el énfasis inicial provie-
clamando por reformas que incrementen su
ne de la escala local, declaraciones y direc-
carácter participativo. En las últimas déca-
tivas emitidas por entidades supranaciona-
das numerosas políticas públicas han inclui-
les también se han sumado a esta corriente
do la «participación ciudadana» entre sus
general apelando a la participación pública
intenciones y requisitos de implementación.
como forma de acercar a la población a las
Miguel Martínez López: Universidad Complutense de Madrid | [email protected]
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
instituciones estatales. Este fenómeno, en
La anterior defi nición adoptada remite
todavía a aspectos nucleares del corpus plu-
consenso social acerca de los pasos futuros
ralista, mientras que la revisión teórica que
que deben dar las democracias liberales.
emprendemos en el presente texto pretende
incidir en aspectos más olvidados por esa co-
debajo de esa apariencia, la retórica acerca
rriente, si bien a menudo suelen ser comple-mentarios a ella. A saber: 1) los procesos par-
de la participación ciudadana en relación a
ticipativos pueden reproducir desigualdades
las políticas públicas es todavía más un for-
y opresiones sociales en su desarrollo, por lo
malismo discursivo que una realidad rica en
que sus fi nes y repertorios de acción se eri-
prácticas y experiencias participativas. Con-
gen, a su vez, en motivo de debates sociales
sidero, además, que persisten diferencias
más amplios acerca de su legitimidad (Offe,
ideológicas signifi cativas con respecto a la
1985; Cooke et al., 2001; Martínez, 2006); 2)
propia defi nición de la «participación ciuda-
existe todo un rango de procesos participati-
dana», pues cada discurso y grupo social
vos independientes de las instituciones esta-
concibe distintos tipos de participación. Re-
tales cuya principal cualidad consiste en una
sulta difícil, por lo tanto, aceptar que estas
exploración dialéctica de las posibilidades
apelaciones hayan concitado tanto consen-
de cambio social (Fals Borda, 1985; Harvey,
so como se dice. Más bien, por contra, sos-
1996) y en la construcción de ámbitos públi-
tendré que estamos ante un ámbito más de
cos de coexistencia de la diversidad y la com-
confl icto social y político en el que también
plejidad urbanas (Jacobs, 1973; Young, 2000).
intervienen los científi cos sociales con sus
propias nociones acerca de la participación.
cias sociales pueden hacer una valiosa contri-
bución. En primer lugar, esclareciendo las de-
premisa que pueda servir de contraste con
fi niciones de la participación ciudadana según
las concepciones que se discutirán más ade-
las posiciones y valoraciones de los distintos
lante, entenderemos provisionalmente por
actores sociales. En segundo lugar, distin-
«participación ciudadana» los conjuntos de
guiendo las modalidades posibles de partici-
prácticas que los grupos sociales subordi-
pación y sus condiciones necesarias de desa-
nados de la sociedad civil adoptan a la hora
rrollo. Por último, analizando las experiencias
de intervenir en la vida colectiva en general, y
participativas desde todas sus dimensiones y
en las políticas públicas específi camente (Al-
consecuencias para la vida social, sin obviar
ford y Friedland, 1985: 260; Martínez, 2010:
los confl ictos que pueden acarrear a pesar de
8). Más en concreto, al participar (de forma
su aura benéfi ca a priori. Es decir, arrojando
distinta o combinada): 1) se ponen en jue-
alguna luz sobre los siguientes interrogantes
go relaciones de poder y las habilidades de
básicos: ¿Qué es participar? ¿Cómo es posi-
quienes no gobiernan para infl uir en la distri-
ble la participación? ¿Para qué y para quiénes
bución de recursos y en los procedimientos
de gobierno; 2) se producen debates acerca de
En este artículo intentaré responder su-
los derechos y los deberes de todos los gru-
cintamente a la primera de las preguntas de
pos sociales; y 3) se promueve el acceso a
este programa de investigación, aunque tam-
las instituciones donde se negocian y regulan
bién se harán algunas referencias oblicuas
los confl ictos sociales. Las políticas públicas
a las otras dos. Para ello voy a revisar las
y la planifi cación urbana entre ellas no son
ideas de algunos autores que se han preocu-
ajenas a esa tensión, e incluso su omisión y
pado de forma más o menos explícita por el
supresión pueden ser objeto directo y catali-
problema de la participación ciudadana en el
ámbito de la planifi cación espacial (y urbana,
en particular). Se trata de autores que pro-
secuencias sociopolíticas de la participación
vienen de disciplinas como el urbanismo, la
geografía y otras ciencias sociales. Todos ellos poseen un amplio bagaje empírico de conocimientos, pero aquí destacaré tan solo
MODELOS UNIDIMENSIONALES
los aspectos más teóricos de sus perspec-
Entre los urbanistas ha sido particularmente
tivas. Por «aspectos teóricos» entiendo no
infl uyente la concepción tecnocrática de la
solo su mayor o menor énfasis en variables
participación social por la que abogaba Le
de la realidad social que nos indiquen vías fruc-
Corbusier: «se necesita una población ilus-
tíferas de investigación de los procesos par-ticipativos, sino también la justifi cación ar-
trada para comprender, desear y reclamar lo
gumentativa y valorativa que sustentan sus
que los especialistas han ideado para ella»
propuestas, más o menos subyacentes, de una
(1993: 135). Se divulgó ampliamente gracias
democracia participativa en el ámbito de las
a su personal ascendencia profesional y a la
políticas públicas de ordenación espacial.
edición que hizo ese arquitecto de la Carta de Atenas de 1933 como resultado del cuar-
Las referencias a la participación social
to Congreso Internacional de Arquitectura
no han sido frecuentes entre los expertos en
planifi cación espacial hasta hace unas po-
de un modelo de «planifi cación moderna»
cas décadas. Es precisamente uno de mis
en el que destacan, entre otros, dos rasgos
objetivos presentes destacar algunos de los
relevantes para nuestros propósitos: 1) un
hitos de esta cuestión en el ámbito de los es-
«racionalismo tecnocrático» por el cual los pro-
tudios urbanos. No obstante, la revisión de
fesionales-técnicos son considerados como
los autores seleccionados se hace con vistas
los únicos agentes con conocimientos cien-
a sugerir una comprensión en profundidad
tífi cos apropiados para la planifi cación; 2) un
de la problemática de la participación ciuda-
«ámbito público» de debate en el que dichos
dana, lo cual nos exige clasifi car, comparar
y evaluar las contribuciones de cada enfo-
estar abiertos a su discusión, ante todo, por
que teórico. De este modo, en primer lugar
parte de otros profesionales-técnicos (Fried-
distinguiré entre modelos unidimensionales
mann, 1991: 40). Su fi losofía del «plan como
y modelos multidimensionales a la hora de
dictador» se fundamentaba en una confi anza
concebir los vínculos entre planifi cación y
absoluta en la capacidad de los urbanistas
participación, subrayando especialmente para designar el interés común y para resol-
las ventajas que aportan los segundos con
ver de forma lógica los problemas urbanos
respecto a los primeros. En segundo lugar, mostraré cómo las referencias a la partici-
(Ramón, 1967: 80). Tal como ha subrayado
pación no son patrimonio exclusivo de con-
un acérrimo crítico de sus implicaciones eli-
cepciones sociopolíticas pluralistas (Alford
y Friedland, 1985), sino que son afrontadas
«El déspota no es un hombre. Es el Plan.
también, con muchos matices, desde pers-
El Plan correcto, realista y exacto, el único
pectivas elitistas y confl ictualistas-clasistas.que proveerá vuestra solución una vez que el
Por último, con el afán de enriquecer nues-
problema esté situado claramente. (.) Tec-
tro conocimiento sobre las políticas urbanas
nocracia, en este sentido, es la creencia en
(Judge, Stoker y Wolman, 1995), sugeriré
que los problemas humanos del diseño urba-
una serie de variables y contenidos que nos
no tienen una única solución, la cual puede
sirven para diferenciar las propuestas teóri-
ser descubierta y ejecutada por un experto.
cas revisadas, tales como: el papel de los
expertos, el origen de la iniciativa y las con-
te la política y la negociación conduciría a
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
soluciones erróneas. (.) La ciudad de Le
bólica» (conciliación de intereses [placation],
Corbusier fue diseñada, en primer lugar y so-
consulta e información) hasta descender a
bre todo, como un taller para la producción.
formas de falsa o nula participación («tera-
Las necesidades humanas, en este contexto,
pia» y manipulación). Para esta autora, la
eran científi camente estipuladas por el plani-
participación ciudadana consiste en grados
fi cador. En ningún lugar admitió que los su-
de poder ciudadano sobre los procesos de
jetos para los que planifi caba pudieran tener
decisión pública. Al contrario que Le Corbu-
algo valioso que decir en este tema o que
sier, por lo tanto, el «educar» y «convencer»
sus necesidades pudieran ser plurales y no
a la población de las bondades de los planes
singulares» (Scott, 1998: 111-116).
ideados por los expertos no serían las formas
más racionales de participación, sino, preci-
bre y subalterna participación ciudadana en
procesos de planifi cación urbana controla-
dos ampliamente por los expertos, podemos
ca y simplifi cadora, careciendo de una clara
encuadrarla en una categoría que denomi-
teoría de los confl ictos de poder (como la se-
naremos «modelos unidimensionales». En ñalada, por ejemplo, por Lukes, 1974) y elu-ella, su principal dimensión es la jerarquía de
diendo variedades posibles de autoplanifi ca-
saberes que presume y que refuerza. Aunque
ción, reconocía que tanto los gobernantes y
sigue siendo observada, respetada y puesta
expertos como la población rara vez alcan-
en práctica por muchos urbanistas, incluso
zaban los escalones superiores de partici-
añadiendo transparencia y exposición pú-
pación (Fagence, 1977: 125). Los primeros
blica de las decisiones técnicas, lo cierto es
debido a su «paternalismo» y a su resistencia
a distribuir el poder; la población debido a
a surgir numerosas voces disidentes que re-
su desconocimiento de los aspectos técni-
clamaban grados mayores de participación
cos y a su falta de organización. Expresado
en materias arquitectónicas y urbanísticas.
con otras palabras: las inercias tecnocráticas
Algunas de estas propuestas, sin embargo,
ejercen una fuerte presión sobre el conjun-
tan solo añadían nuevos grados y formas de
to de la «escalera de la participación», por
interacción entre los expertos y la población,
arriba y por abajo. Sin embargo, el esquema
gradacionista tiene la ventaja de distinguir
tructura jerárquica de los agentes y de las
otras formas de participación no sometidas
relaciones de poder subrayada tan enfática-
a la jerarquía de conocimientos técnicos,
mente por Le Corbusier. Por ello, aun reco-
por lo que amplía la concepción corbuseria-
nociendo sus valiosas novedades, veremos
cómo se pueden encuadrar igualmente entre
caso, una «verticalidad», si bien difi eren sus-
los modelos unidimensionales de participa-
tancialmente en su noción acerca del poder
y de la participación: la de Le Corbusier más
A este respecto, uno de los trabajos con
«elitista», la de Arnstein más «confl ictualista»
más repercusión gremial fue un breve artículo
(se emplean aquí ambas califi caciones en un
en el que se distinguían ocho niveles de posi-
sentido más restringido que el proporciona-
ble participación a lo largo de una «escalera»
do por Alford y Friedland, 1985). Además,
de grados de «efectividad» (Arnstein, 1969).
mientras que la pirámide de Le Corbusier
En la cumbre se situaría el «control ciudada-
simboliza una jerarquía de agentes y de posi-
no», seguido a continuación por otras moda-
ciones de poder, la de Arnstein representa la
lidades de menor poder ciudadano (delega-
frecuencia menor (arriba) o mayor (abajo) de
ción de poder y cooperación [patnership]) y
que ocurran fenómenos participativos como
de una simple y mínima participación «sim-
los apuntados. Es en este sentido gradacio-
nalista, pues, en el que se encuadra en una
«Formular reivindicaciones sobre las ne-
cesidades de la existencia humana en vez
de solo sobre aquellas que el actual sistema
demos incluir también a quienes defendieron
puede satisfacer supone una aproximación a
que los propios urbanistas cediesen parte de
las “reformas no conformistas” (.) Las pre-
su poder a la población afectada por los pla-
guntas frente a las que cualquier actuación
nes. Por una parte, el llamado movimiento
urbanística debe someterse son: ¿promueve
del «advocacy planning» trataba de solventar
la conciencia política de la gente? ¿La rei-
las mencionadas carencias informativas y or-
vindicación pone al descubierto la represión
ganizativas de los grupos sociales con menor
existente dentro del orden social estableci-
capacidad de infl uencia en la planifi cación
do? ¿Se refi ere a las necesidades reales de
urbana: pobres, minorías étnicas, población
la gente? (.) El estilo actual en casi toda
sin techo, vendedores ambulantes, grupos
intercesión urbanística induce a la gente a
ecologistas, usuarios de la bicicleta, etc. aceptar las normas burocráticas de las insti-(Davidoff, 1965). Los urbanistas pondrían su
tuciones de la sociedad actual. Con el fi n de
conocimiento técnico al servicio de esos co-
tratar con la burocracia ofi cial, la agrupación
lectivos y elaborarían planes alternativos que
vecinal crea otra a su propio servicio. La gen-
se defenderían en un debate público. Se tra-
te acude a los actos públicos y presenta en
ta, pues, de una visión «pluralista» (en el sen-
forma de planos e informes por escrito sus
tido amplio que le confi eren Alford y Fried -
solicitudes de nuevos planos o cambios en
land, 1985) de la planifi cación urbana en la
los planos ofi ciales. Estos actos, que con-
que los urbanistas siguen ostentando un alto
sumen mucho tiempo, no son, a veces, más
poder de decisión técnica, aunque se ven
que tristes palestras donde la gente puede
obligados ahora a defender sus propuestas
desahogarse. Pasa el tiempo y nada ocurre,
de planes frente a otras, argumentando como
las energías de la comunidad se esfuman y
«abogados» de los grupos sociales a los que
su capacidad de crítica se embota. El pro-
cada uno representa, intercediendo por ellos.
ceso tiene la forma clásica de aquel por el
En el mejor de los casos contribuirían a los
cual la oposición es manipulada hasta la su-
niveles 3 (cooperación) y 4 (conciliación) de
misión. Frente a una forma de acción direc-
participación de Arnstein. Sin embargo, los
ta como la de la arquitectura guerrillera, las
análisis críticos con la perspectiva «interce-
autoridades se ven obligadas a decidir sobre
sionista» ya destacaron que a menudo esos
algo ya hecho. Son ellas las que se ven co-
debates no lograban ningún cambio sustan-
locadas en posición defensiva» (Goodman,
tivo en favor de los grupos sociales más dé-
biles, ni mejoraban sus conocimientos, ni su
Otra corriente pluralista y liberal que hizo
capacidad de crítica ni de acción (Goodman,
especial hincapié en la cooperación entre ex-
1977: 188-203). Ni las estructuras económi-
pertos (arquitectos-urbanistas) y población
cas, ni los entramados institucionales y buro-
(usuarios) es la del «lenguaje de patrones»
cráticos, ni la distribución del poder serían, de
(Alexander, 1976; Alexander et al., 1980). En
igual manera, alterados con las prácticas
este caso el arquitecto o urbanista no repre-
de la intercesión urbanística promovidas por
senta a grupos de interés y presión organiza-
la corriente del «advocacy planning» (Good-
dos (lobbies), sino que escucharía las necesi-
man, 1977: 180-183; Simmie, 198: 119-153),
dades humanas básicas de cada individuo y
por lo que esas formas de participación re-
sus aspiraciones. A partir de ese diálogo, el
presentativa podrían derivar con facilidad en
experto realizaría propuestas de ordenación
formas de manipulación de las capacidades
del territorio (o de construcción de edifi cios)
que podría someter varias veces a la consulta
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
de los futuros usuarios. El conocimiento téc-
rias urbanísticas apuntaron, acertadamente,
nico de unos «patrones» generales de plani-
cuestiones relevantes a nuestros efectos:
fi cación y construcción, y su aplicación mo-
1) la necesaria formación e información
dulada a cada caso particular, sigue siendo
de la ciudadanía a la hora de enjuiciar o pro-
una capacidad distintiva de los expertos. poner ordenaciones del territorio;
La población, básicamente, expresa su vo-
luntad y evalúa las propuestas técnicas. Lo
menor participación en términos de ejercicio
cual, a juicio de este autor, les concedería el
del poder ciudadano para tomar decisiones y
máximo poder de participación: «Todas las
controlar los procesos de planifi cación;
decisiones sobre lo que se ha de construir y sobre cómo se ha de construir deben estar
3) el frecuente recurso retórico a la parti-
en las manos de los usuarios» (Alexander,
cipación como forma de ocultar su carencia
A diferencia del esquema de Arnstein, sí
se matiza ahora que el máximo grado de par-
que pueden representar los urbanistas en
ticipación es la autoconstrucción sin la ayuda
sus relaciones de cooperación con grupos
de expertos y el mínimo el de una relación
«comercial» experto-cliente (ibíd.: 30-35). En
5) la importancia de los planes provisio-
todo caso, se sitúan los grados de partici-
nales (e, incluso, bocetos informales y simu-
pación en una escala jerárquica semejante
laciones experimentales) en las relaciones de
y se enfatizan especialmente las virtudes del
cooperación entre expertos y población;
nivel 3 de cooperación mutua entre expertos
6) la necesidad de debates públicos don-
y población. Esta cooperación consiste en
de puedan exponerse, justifi carse y criticar-
dialogar sobre croquis, esbozos de diseño
se distintas posibilidades de planifi cación
y planes provisionales. Los expertos ofre-
según las perspectivas de cada grupo social.
cen consejos y recomendaciones. Las de-cisiones fi nales se toman por unanimidad.
implicaciones de estas formulaciones nos
no tiene en cuenta la infl uencia del contexto
muestra que subsisten importantes proble-
externo sobre esos diálogos de cooperación
mas en cuanto a su concepción de la par-
entre urbanistas y población y se puede re-
ticipación ciudadana. Si defi nimos un tipo
producir la jerarquía implícita de poder y sa-
ber en homología con la formulación de Le
independientemente de las contribuciones
Corbusier. Además, simplifi ca los procesos
particulares de cada uno de los autores que
de participación ciudadana remitiéndolos al
nos han servido como referencia, podríamos
enfoque tecnocrático de «resolución de pro-
indicar los siguientes rasgos problemáticos
blemas» en el que se soslayan los intereses
y dinámicas de interacción entre todos los
1) Los procesos de participación se dis-
actores que pueden estar involucrados en un
tribuyen en una escala de grados cuya varia-
proceso de planifi cación (Friedmann, 1987:
ble determinante es solo la mayor o menor
18). Por último, resulta de interés aquí subra-
capacidad de decidir en función del cono-
yar que ese estilo de cooperación mediante
cimiento técnico, por lo que la expresión
«patrones» puede acoplarse sin problemas y
máxima de la participación sería la auto-
de forma complementaria a procesos subse-
planifi cación ciudadana sin la intervención
de expertos ni autoridades, mientras que la
mínima sería la mera formación e información
nales de la participación ciudadana en mate-
a la población sobre las materias objeto de
TABLA 1. Rasgos de los modelos unidimensionales de participación ciudadana en el urbanismo Tecnocrático Gradacionismo Patrones Intercesión Colectivos que participan Principales acciones participativas
2. Delegar poder de pertos revisando pertos que repre-decisión.
Papel de los
Dirigen y controlan Depende del grado Escuchan, aconse-
expertos Iniciativa del
Élites / Expertos / Élites / Expertos /
Principal variable
Resolución conjunta Debate entre planes
de ejercicio del Condiciones ne-
Redistribución más Institucionalización Recursos de orga-
cesarias para los procesos participativos
Amplia autonomía Institucionalización de los expertos.
de espacios de en-cuentro entre exper-tos, organizaciones y autoridades. Consecuencias sociales y polí- democrático
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
planifi cación. Sin embargo, se omite así una
MODELOS MULTIDIMENSIONALES
concepción de la participación en tanto que ejercicio de poder en un sentido amplio: ejer-
Como se ha podido apreciar en algunas de
cido, producido y reproducido de distintas
las críticas formuladas a los modelos unidi-
formas. De este modo podríamos ampliar la
mensionales, como las de Scott y Goodman,
tipología de participación, por ejemplo, a for-
la participación ciudadana es un ejercicio de
mas confl ictualistas de expresión de voz, de
poder que resulta confl ictivo en las estruc-
protesta y de movilización no contempladas
turas sociales existentes. En lugar de res-
necesariamente en los modelos unidimensio-
tringirse a solucionar problemas específi cos
de la planifi cación territorial, pone en juego capacidades de expresión, de debate y de
2) En estos modelos la participación ciu-
decisión, abriendo un espacio político para
el encuentro y la negociación entre distintos
voluntad de las elites y de los expertos per-
colectivos. En la medida en que la participa-
mitiendo a la población su implicación y el
ción urbana se puede desarrollar dentro de
ejercicio de derechos políticos en el seno de
procesos de planifi cación territorial o al mar-
los procesos de planifi cación pública. Esta
gen de ellos, lo que los modelos unidimen-
iniciativa elitista rara vez desemboca en pro-
sionales parecen eludir es la iniciativa propia
cesos de máxima participación, por lo que
de la población para intervenir en materias
tiende a reproducir una estructura jerárquica
urbanísticas. A partir de este hilo conductor
de poder en la que las autoridades y los ur-
vamos a examinar ahora las contribuciones
de los que denominaremos modelos multidi-
de infl uencia. La posición de superioridad de
mensionales en cuanto a su concepción de
los expertos puede subsistir incluso en los
la participación ciudadana en el urbanismo.
niveles de cooperación con la población
en sus modalidades de asesoramiento y cede del estudio de los movimientos urba-
representación. O sea, que ese énfasis en
nos. Es un lugar común mencionar a este
facilitar la participación se aproxima, en la
respecto la obra más infl uyente de Castells
práctica, a las formas más débiles de par-
en la que distinguía tres dimensiones de la
participación ciudadana: a) la reivindica-
ción de espacios y servicios de «consumo
y técnico-científi ca a la participación ciu-
colectivo» (desde parques, escuelas, hos-
dadana y a la planifi cación urbana en tanto
pitales, transporte y saneamiento hasta vi-
vienda pública); b) la construcción de una
racional de solucionar problemas específi -
identidad local y comunitaria independiente
cos para grupos sociales específi cos. Por
de las imposiciones de mensajes masivos;
lo general, los grupos que son afectados
c) las demandas de mayor autogobierno lo-
cal, descendiendo hasta niveles de barrio o
distrito urbano, como resultado de una des-
ción. En consecuencia, la interacción con
centralización política y administrativa gene-
el contexto social, institucional y político es
ral (Castells, 1986: 430-431). Aunque en esta
reducida a su mínima expresión. Los ex-
obra clave ya planteaba que los movimientos
pertos, en fi n, serían los únicos garantes
del carácter científi co del conocimiento mover una participación ciudadana que entra producido en los procesos gracias a su
en contradicción con el «signifi cado urbano»
supuesta neutralidad valorativa y a su pa-
dominante, hasta entonces había distinguido
ambos conceptos: «movimientos urbanos»
solo serían los que, en alianza con partidos
tos signifi cativos de la participación urbana
políticos y sindicatos, lograsen transformar
(consumo colectivo, identidad y relaciones
la estructura económica y política de clases;
comunitarias, y autogestión política). Como
mientras que la «participación urbana» solo
es bien conocido, esta perspectiva también
comprendería aquellas acciones concentra-
ha dado lugar a un rico debate teórico con
das en aspectos exclusivamente urbanos y
críticas y precisiones importantes. Por una
que, por ende, contribuyesen a la reproduc-
parte, se le ha criticado que no analizase su-
ción del sistema capitalista (Castells, 1974:
fi cientemente los recursos organizacionales,
las dinámicas sociales internas en los mo-
vimientos, la reproducción de dominaciones
nes es que el contexto social, económico,
sociales en su seno, los contextos sociales
político y cultural constituye un conjunto de
relevantes para los movimientos aunque no
fenómenos relevante con el que interactúan
tuviesen efectos visibles sobre ellos, y la
los actores urbanos (en forma de movimien-
distinción entre la provisión y el control de
tos o de acciones participativas). Esa interac-
los bienes urbanos (Pickvance, 1985, 1986;
ción, pues, sería esencialmente confl ictiva.
Villasante, 1984: 108-115; Martínez, 2003).
Otros autores han subrayado la necesidad
drían más repercusión en caso de que fue-
de examinar la base social de los movimien-
ran plenamente autónomos de los partidos
tos, las visiones ideológicas en confl icto y
políticos y de los sindicatos. Lo anterior, no
las relaciones de cooptación, marginación
obstante, no implicaba que las organizacio-
o represión ejercidas por el Estado o por
nes ciudadanas se alejasen de los expertos
empresas privadas (Lowe, 1986: 152-186).
y de los medios de comunicación. Más bien,
Las consorcios público-privados y el auge
al contrario, en los casos más «exitosos»
del «tercer sector» se han identifi cado tam-
ese tipo de alianzas para aprovechar tales
bién como neutralizadores de las demandas
recursos informativos se había demostrado
muy fructífera. En estudios posteriores ese
efectos transformadores, permitiendo que
autor acentuó más las limitaciones de los
los gobiernos locales se presenten como los
mayores promotores de la participación ciu-
tos notables de cambio social en su entorno,
por lo que se podría deducir que el entor-
homogénea y de una mínima participación
no, y especialmente en su dimensión global,
decisoria (Mayer, 2006: 203). Por último, se
sería mucho más infl uyente sobre los movi-
ha observado que las demandas de mayor y
mientos que a la inversa. Cada vez los mo-
mejor participación ciudadana, y la interac-
vimientos urbanos serían más «reactivos», y
ción con el gobierno local, constituyen dos
muchos exclusivamente localistas e insolida-
constantes en el desarrollo de los movimien-
rios, ante esas constricciones del contexto
tos urbanos (Fanstein y Hirst, 1995). Este
tipo de reacciones, como se puede compro-
La concepción de Castells aportó una bar, acentúan el carácter multidimensional
valiosa perspectiva sistémica subrayando de la concepción de Castells acerca de la varias dimensiones de la participación ciuda-
dana: la interacción con otros actores (otros
De forma paralela a la última formulación
movimientos sociales, partidos políticos, sin-
teórica presentada y en convergencia con
dicatos y el Estado); la interacción entre las
algunos de sus argumentos fueron surgiendo
organizaciones sociales que participan en
otras concepciones que enfatizaban las di-
materias urbanas y su contexto global; y los
mensiones contextuales, los mecanismos de
ámbitos en los que se pueden producir efec-
interacción y las cualidades de las organiza-
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
ciones sociales. Mientras que en la última
te la infl uencia del mercado en la ordenación
década Castells señalaba la necesidad de
nuevas alianzas entre los movimientos urba-
nos y los gobiernos locales para incidir pro-
ción de Harvey a lo largo de sus trabajos por
gresistamente en los efectos urbanos de las
el problema de la redistribución de los bienes
dinámicas de globalización económica (Bor-
urbanos. En este sentido, ha defendido que
ja y Castells, 1997), otros autores con seme-
alguna instancia centralizada debería preva-
jante fi liación marxista originaria encontraron
lecer para velar por la distribución justa de
en la «posmodernidad» de la globalización
los recursos cuando cualquier autogobierno
nuevos intersticios para que persistiera la
comunitario o local pueda desequilibrar la
iniciativa autónoma de los movimientos ur-
balanza de resultados (Harvey, 1989: 93-94).
banos (Harvey, 1992, 1994). Las dinámicas
de globalización surgidas de la reestructura-
mente localistas de participación en un con-
ción del sistema capitalista desde la déca-
texto de mayor fragmentación social y urba-
da de 1970 habrían comportado una mayor
na lo sustenta preocupándose por establecer
fragmentación de las clases sociales y de las
criterios que favorezcan la expresión de los
intervenciones urbanas. No solo desapare-
grupos sociales más oprimidos y la represen-
cían así formas de acción colectiva basadas
tación de los intereses de grupos distantes
de forma central en los intereses de clase,
en el tiempo (generaciones futuras) o en el
sino que también entraría en escena un re-
espacio (no habitantes del espacio planifi -
lativismo de valores que afectaría especial-
cado pero que pueden estar afectados por
mente a las políticas de planifi cación espa-
planes espaciales específi cos desde un pun-
cial. Aunque esta nueva sociedad emergente
to de vista económico, ecológico o político)
comportaría una mayor tolerancia entre gru-
(Harvey, 1994). El principal problema teórico
pos sociales diversos, no estaríamos sino
y político, pues, sería el de dilucidar cómo
ante un confl icto mayor de racionalidades
pasar del «particularismo militante» a políti-
en disputa. De aquí se puede deducir que,
cas más amplias, globales, universales y al-
según Harvey, los movimientos urbanos ternativas de justicia social y medioambiental expresarían su autonomía mediante: 1) la
(Harvey, 2007: 206-210). La misma posición
construcción de una nueva racionalidad con
crítica con el «comunitarismo localista» (y,
criterios de justicia redistributiva que desde
por extensión, con el «municipalismo») que
la planifi cación urbana se pueda oponer a
podría inferirse de la alusión de Castells a
las tendencias privatizadoras del mercado;
las demandas de descentralización, la en-
2) la acción de resistencia ciudadana tanto
en el nivel comunitario y local como de for-
va racionalidad política para la participación
ma simultánea en instancias globales de
ciudadana en el urbanismo: a) defender la
decisión política y económica. A diferencia
diversidad social en la convivencia local y
del esquema de Castells, ahora son la frag-
en su expresión diferencial de intereses, ne-
mentación de la clase obrera y la debilidad
cesidades, conocimientos y aspiraciones;
de la planifi cación urbana frente al mercado
b) crear espacios públicos abiertos en los
las principales dimensiones contextuales que sea posible la deliberación, el reconoci-que le dan sentido a la participación urbana.
miento de los diferentes, la negociación y la
En consecuencia, el ámbito principal de esa
toma de decisiones (Young, 2000: 396-403).
participación sería la defensa de derechos
Young, a su vez, postula un modelo dual de
sociales y políticos, primero, y de una racio-
participación directa en asambleas a nivel
nalidad planifi cadora, después, que tenga en
local-barrial y de planifi cación regional que
cuenta la diversidad social y que contrarres-
limite la autonomía municipal y garantice
una mayor justicia social. Las primeras tan
un lado, los movimientos urbanos que pre-
solo servirían para «determinar las priorida-
tenden transformar un entorno regido por la
des locales y las opiniones sobre las diversas
fuerza de los más ricos y poderosos exigen
políticas» (Young, 2000: 421). En el gobierno
la primacía de derechos humanos básicos
regional, por su parte, habría lugar para los re-
(a la dignidad, al trabajo, a la vivienda, a bienes
presentantes de los barrios, de los centros de
y espacios colectivos [«urban commons»],
trabajo y de los grupos oprimidos (ibíd.: 422).
etc.) sobre aquellos «derivados» (a la propie-
En realidad, lo que vienen a señalar estos
dad y al benefi cio privados). Por otro lado,
planteamientos es que no son sufi cientes
para alcanzar sus objetivos o vislumbrar al-
las concepciones de la participación urbana
guna posibilidad de alcanzarlos, son aboca-
como formas de democracia directa o auto-
dos a movilizarse públicamente en las calles
gestión comunitaria sin un marco justo de
o mediante organizaciones «políticas»: es
racionalidad construido colectivamente, para
decir, son obligados a demostrar su fuerza.
toda una sociedad. Se trata, por una parte,
«El derecho a la ciudad no es meramente un
de una dimensión política de la participación
acceso a lo que defi nen los especuladores
en su doble acepción de confi guración ins-
inmobiliarios y los planifi cadores estatales,
titucional y de confi guración ideológica, que
sino un derecho activo a hacer la ciudad dife-
complementa al ejercicio máximo de decisio-
rente, a confi gurarla de forma más acorde al
nes por parte de la población. Por la otra, se
deseo de nuestro corazón, y, de este modo,
indica un contexto territorial en el que existe
a rehacernos a nosotros mismos en una ima-
una inherente interdependencia entre vecin-
gen diferente» (Harvey, 2003: 941). La partici-
darios, ciudades, regiones y países, por lo
pación ciudadana adquiriría sentido, así, solo
que la participación ciudadana no puede per-
si explorase las posibles alternativas de una
der de vista la articulación de los intereses
mayor justicia social, lo que en el corto plazo
propios de quienes participan y del interés
signifi caría, según Harvey, frenar la «profun-
da ola de privatización que ha sido el mantra
de un neoliberalismo destructivo» (ibíd.).
El tercer conjunto de propuestas multidi-
de Castells y lo amplían (Mayer, 2006). Com-
mensionales se podría identifi car con la eti-
parten un énfasis analítico por las interac-
queta de «empowerment» (traducido al caste-
ciones contextuales y los efectos de los llano muchas veces como «empoderamiento», movimientos urbanos; y extienden su radio
aunque yo considero más preciso el término
de acción hasta la justicia redistributiva y la
«potenciación»). La idea de «empowerment»
movilización. Sin embargo, permanecen in-
ha sido usada como una forma breve de re-
certidumbres acerca de los efectivos resulta-
ferirse a aquellas políticas de desarrollo que
dos justos de esa particularmente confl ictiva
se concentran en mejorar las capacidades de
combinación entre diversidad, movilización y
intervención pública de los colectivos socia-
centralización. En un escrito posterior, Harvey
les excluidos de la economía formal y de las
volvió a situar la cuestión de la participación
instituciones estatales. Pobres, mujeres y mi-
urbana en relación al «derecho a la ciudad».
norías étnicas discriminadas han sido los sec-
Este lo defi ne como un derecho humano tores sociales más frecuentemente aludidos, esencial, «el derecho a rehacernos a noso-
también en la medida en que se solapan con
tros mismos mediante la creación de una so-
campesinos, inmigrantes, niños, ancianos y
cialidad urbana de un tipo cualitativamente
enfermos. Friedmann los agrupa en unidades
diferente [a la existente]» (Harvey, 2003: 939).
domésticas de convivencia [«households»] y
Para este autor, el problema, no obstante, es
en «luchas cotidianas por la supervivencia»
tanto de derechos como de «fuerza». Por
que abarcan la economía informal, la auto-
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
organización comunitaria y la protesta colec-
Esta concepción de la participación ciu-
tiva (Friedmann, 1992: 22). Su participación
ciudadana solo es posible si previamente se
posibles políticas públicas concernidas y, al
han satisfecho las necesidades básicas de
mismo tiempo, se origina en el contexto de
esta parte de la población y se ha garantizado
países con grandes masas empobrecidas y
el ejercicio efectivo de sus derechos sociales
débiles estructuras públicas de bienestar.
y políticos. Esos prerrequisitos de «inclusión
Por consiguiente, evita la ambigüedad de
democrática» son un objetivo fundamental de
referirse a la potenciación de toda la socie-
las acciones autónomas de esos colectivos,
dad civil y a su autonomía absoluta, espe-
pero precisarían de la ayuda inexcusable de
cifi cando los colectivos sociales excluidos
un «Estado [social] fuerte» y de otras organi-
y el tipo de alianzas sociales que precisan.
zaciones sociales no gubernamentales (ibíd.:
Más en particular, Friedmann distingue tres
tipos de poderes a potenciar en los hogares,
El Estado potenciaría la inclusión de esos
las comunidades y los individuos: 1) poder
colectivos con políticas de descentraliza-
social, en forma de habilidades, conocimien-
ción local-comunitaria apoyando sus inicia-
tos, información, vivienda, salud, recursos fi -
tivas propias, de ágiles redistribuciones de
nancieros y pertenencia a redes sociales y a
recursos públicos y de transparencia en el
organizaciones que refuercen las bases de
rendimiento de cuentas (ibíd.: 37). Las ONG,
la economía doméstica; 2) poder político, en
por su parte, se dedicarían solo a promover
forma de capacidad de votar, decidir, expre-
sarse, organizarse y actuar colectivamente;
nidades y hogares (su «auto-potenciación»)
3) poder psicológico, en tanto que «sensa-
mediante la provisión de fondos y la media-
ción personal de potencia» que es «demos-
ción internacional siguiendo un esquema de
trada en el comportamiento auto-confi ado»
«aprendizaje social»: «Entre los pobres, es
(Friedmann, 1992: 33). Participar, en este sen-
improbable que ocurra la auto-potenciación
tido, consistiría en que los colectivos exclui-
por sí sola. Del mismo modo que un alumno
dos adquieran e incrementen estos poderes.
necesita a un profesor, el profesor enseña y
el alumno estudia. (.) El profesor puede ser
político, nos remitiría a toda una dinámica
un ayudante y un catalizador que estimula,
de desarrollo endógeno de comunidades y
provee oportunidades, cuenta historias, hace
colectivos excluidos a partir de sus inicia-
preguntas, corrige errores y se ofrece como
tivas autónomas y de las alianzas sociales
un recurso. El aprendizaje real, sin embargo,
que les permitan aprender a continuar su
es una responsabilidad exclusiva del estu-
auto-potenciación. Se trata de una auténti-
diante. (.) En la lucha contra la pobreza y
ca «economía moral» donde la ayuda mutua
por la inclusión política el rol de los agentes
y la reciprocidad (Polanyi, 1944) confi guran
externos es ofrecer apoyos que estimulen a
un marco cultural e institucional donde se
los despotenciados a librarse por sí mismos
ejerce el poder de esos colectivos. Al igual
de la dependencia tradicional» (ibíd.: 77). El
espacio local, tanto el vecindario como el
una perspectiva progresista de la partici-
municipio, constituiría el inicio de estos pro-
pación concibiéndola como un ejercicio de
cesos de potenciación social, pero los víncu-
poder que puede alterar las estructuras so-
los con el Estado y con las ONG señalan la
ciales en benefi cio de quien ocupa en ellas
necesidad de que esos procesos se dirijan,
las posiciones sociales inferiores: es decir,
a largo plazo, «a transformar totalmente la
alterando el contexto social. Ese ejercicio de
sociedad a través de la acción política en el
poder también es, en lo esencial, fruto de la
plano nacional e internacional» (ibíd.: 31).
iniciativa autónoma de esos colectivos espe-
cífi cos. Sin embargo, Friedmann considera
que los movimientos urbanos reivindicativos
y la «movilización» (Friedmann, 1998: 23) son
señalado antes, por autores como Harvey
solo una de las formas que pueden adoptar,
y Young. Friedmann, empero, sostiene que
mientras que los hogares y las comunidades
esas derivas perversas no son inherentes a
constituyen los agentes sociales más identifi -
las bases de reciprocidad y confi anza que
cables y «organizados» (ibíd.). Además, entre
generan (Friedmann, 1998: 24). A continua-
sus interacciones contextuales, destacan las
ción veremos cómo las contribuciones de
mencionadas alianzas positivas con un cierto
autores como Forester se han erigido en una
tipo de organizaciones gubernamentales y no
tentativa de superar este tipo de críticas,
gubernamentales. Finalmente, los «efectos»
aun a costa de insistir más en el método y el
de potenciación solo a largo plazo transfor-
proceso que en los resultados y los cambios
marían las estructuras sociales, siendo su al-
cance más habitual la propia transformación
—refl exiva— de los colectivos sociales antes
como antes las de los movimientos urbanos,
excluidos (mediante su inclusión política y la
indicaron vías de superación de las limita-
satisfacción básica de sus necesidades ma-
ciones de corrientes unidimensionales como
teriales: «la sociedad civil simplemente impli-
la del «advocacy planning». En este relato,
cada para sí misma», Friedmann, 1998: 28) y
sin embargo, no hemos hecho mención a un
intento intermedio, el llamado «equity plan-
Todo ello implica, por consiguiente, que
ning»: en este los urbanistas se preocupa-
no se podrían asimilar en este modelo las
ban, sobre todo, de elegir como aliados a las
formas de participación de otros colectivos
autoridades políticas adecuadas para poder
de la sociedad civil ya «incluidos», ni las de
llevar adelante sus ideales de justicia social
organizaciones de interés como grupos eco-
logistas, ni las de movimientos urbanos de
aquí porque uno de los representantes de
carácter conservador o interclasistas (Abu-
esta tendencia, Krumholz, destacaba la im-
Lughod, 1998). El planeamiento urbano y los
portancia del «diálogo» y la comunicación
expertos en materias urbanísticas tampoco
pública en esta modalidad: «El planifi cador
adquieren en este modelo un protagonismo
es un comunicador, un incansable propagan-
especial, sino que pasarían a ser instrumen-
dista, por lo que las habilidades comunica-
tos de las políticas de desarrollo alternativo
tivas son cruciales. El planifi cador es tam-
dentro del marco de relaciones de poder y
bién un recolector de información y análisis,
de objetivos enunciado (como parte de un
un formulador de problemas» (Sandercock,
Estado fuertemente «social» o como parte
1998: 174). Aunque no se trataba de un estilo
de alguna de las múltiples ONG). La más
de planifi cación urbana especialmente pro-
explícita puntualización de Friedmann a este
clive a la participación ciudadana, su énfa-
respecto es el requisito de que los planifi ca-
sis en el diálogo como cualidad básica de la
identidad profesional del urbanista marcó un
con las organizaciones comunitarias estén
horizonte relevante para los defensores de la
«abiertos» a «aprender sobre otros modos-
potenciación de los excluidos, como Fried-
de-ser-en-el-mundo» multicultural presente
mann, y para el llamado «critical planning»,
(Friedmann, 1998: 33). Por otra parte, se le
ha criticado que el énfasis en los hogares y
Para este último, la planifi cación urbana
en las comunidades podría albergar opresio-
sería, ante todo, una práctica comunicativa
nes y discriminaciones internas tradicionales
y el planifi cador un «intérprete» de cada si-
(como las de género y edad) y promover un
tuación comunicativa concreta. Los planifi -
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
cadores «buscan comprender lo único y lo
los problemas que se quieren resolver (Fo-
contextual en lugar de elaborar proposicio-
rester, 1999: 37). Formularía, pues, preguntas
nes generales acerca de un planifi cador mí-
relevantes en cada caso particular. En su rol
tico y abstracto. (.) La planifi cación es una
de «facilitador» de encuentros y de expresio-
forma primaria de escuchar críticamente las
nes de todos los colectivos implicados, des-
palabras de los otros y de observar su com-
tacaría su dedicación a crear percepciones
portamiento no verbal. (.) El énfasis es me-
de confi anza entre todos ellos en tanto que
nos en lo que los planifi cadores saben y más
condición básica que permita las delibera-
en cómo usan y distribuyen su conocimien-
ciones, negociaciones y decisiones poste-
to; menos en su habilidad para resolver pro-
riores (ibíd.: 94). Estos procesos de planifi -
blemas y más en abrir debates sobre ellos»
cación participativa requieren mucho tiempo
(Sandercock, 1998: 175). El propio Forester
en las primeras etapas en que se promueve
subraya que su propósito es contribuir a una
el mencionado clima de confi anza. A la vez,
democracia deliberativa que «reconozca y
se recurre a esquemas o croquis provisiona-
respete la pluralidad y la diferencia sin de-
les, en algunos casos sin ni siquiera mostrar-
jar de comprometerse con el aprendizaje y
los gráfi camente, tan solo dialogando sobre
la acción juntos, una política que nos ayude
a clarifi car críticamente la verdad de nues-
tras posibilidades para la mejora humana»
ducirían en «rituales participativos»: en es-
(Forester, 1998: 215). Más específi camente,
pacios intermedios o de transición como las
los planifi cadores podrían contribuir a ese
charlas y bebidas previas a una negociación,
propósito en cinco dimensiones: 1) promo-
«las comidas a lo largo de un taller, los pe-
viendo una ética de la escucha y del reco-
nocimiento de los otros, con sus intereses
tando las sesiones plenarias de resolución de
e identidades; 2) confi gurando «rituales de
problemas, las historias narradas en las fases
participación» y «espacios seguros» en los
tempranas de los procesos de mediación»
(ibíd.: 131). Es interesante remarcar que es-
rrar sus «historias» y establecer unas reglas
tos procesos de participación implicarían por
básicas para reunirse, conversar y negociar;
igual a todas las partes intervinientes, inclui-
3) estimular a los participantes a cultivar una
«racionalidad deliberativa» y crítica mediante
«el aprendizaje colaborativo más que la ar-
planifi cación, más difícil se hará elucidar
gumentación legalista, los juicios prácticos
quiénes son los colectivos sociales afecta-
más que la persuasión doctrinaria» (Fores-
dos con derecho a intervenir legítimamente
ter, 1999: 223); 4) entrenando, preparando
en el proceso, a ser reconocidos y represen-
y orientando a los participantes para que
tados (ibíd.: 167). Sin embargo, las autorida-
des y los expertos no adolecerían tanto de
des de partida entre ellos y de comprender
ese problema y retendrían una cierta capa-
sus mutuas diferencias; 5) incorporando las
cidad inicial para determinar el resto de le-
expresiones personales, las emociones, los
gitimaciones y representaciones, incluida la
afectos y la experiencia histórica en las dis-
suya propia. Por último, cuanto más diálogo
cusiones para resolver confl ictos sobre la
y negociación se produzca durante el proce-
gestión del territorio (Forester, 1999: 35).
so, más posibilidad existe de que todos los
En el enfoque crítico y comunicativo el
actores, incluidos los responsables políticos
planifi cador ofrece su conocimiento espe-
y los planifi cadores expertos, no solo apren-
cializado no tanto para resolver problemas
como para ayudar a todas las partes a defi nir
roles sean modifi cados (ibíd.: 129). Desarro-
llando el nivel de «cooperación» de Arnstein,
el plano del análisis social, pero la comple-
los expertos aquí contribuyen tanto a la crea-
menta con un marco constructivista y cola-
ción de las condiciones de la participación
borativo que, como a Harvey y a Young, lo
como a su despliegue y a la superación de
acaba acercando a un ecléctico pluralismo
las difi cultades que surjan de los encuentros
en el plano de la acción política. Una valora-
deliberativos, por lo que deben cuidar una
ción semejante puede aplicarse al enfoque
elevada atención crítica a que todo el proce-
«institucionalista» de Healey (1995, 1997).
so evolucione creativa y satisfactoriamente
Para ella, las «discusiones colaborativas»
generan un valioso e imprescindible «capital
A diferencia de la perspectiva radical del
social e intelectual» en la localidad (Healey,
«empowerment» que implica que los plani-
1997: 33, 61). La planifi cación espacial sería,
fi cadores tomen partido por los colectivos
pues, tan solo una de las formas de mantener
sociales excluidos, aunque sea a través de
o de transformar esas redes de vinculación y
instancias estatales o de organizaciones de acción social. O, expresado de otra ma-cívicas, en la perspectiva de Forester el ex-
nera, un modo de confi gurar la «capacidad
perto tiende a permanecer «fi el» a su propio
institucional» de una localidad: la capaci-
cuerpo profesional, como parte del Estado
dad para transformar esas redes de relación
o como profesional liberal, aunque se halla
mediación social que exceden y preceden a
sociales y la búsqueda de consensos más
sus conocimientos especializados. Mientras
allá de los mínimos requisitos legales de
que para Forester el planifi cador contribuye
toda política pública se proponen intentan-
a reconstruir una racionalidad nueva a través
do alejarse de la tendencia neoliberal de
de la comunicación y el debate con todos
la gobernanza. Esta tendencia consiste en
los colectivos implicados en una intervención
que los gobiernos «descargan» gran parte
territorial, independientemente del actor del
de sus responsabilidades sobre los hogares,
que provenga la iniciativa, para Friedmann y
las asociaciones voluntarias y las empresas
otros autores afi nes, como Leavitt, son las
privadas. En el campo de la planifi cación
comunidades quienes inician autónomamen-
territorial podrían comportar, en oposición
te los proyectos y esto exige, a menudo, que
directa a lo que proclaman sus defensores,
los planifi cadores se limiten a asesorarlas en
menos transparencia a los procesos y pri-
su oposición a los intereses de los gobiernos
vilegiar los acuerdos ocultos con empresas
y de las empresas (Sandercock, 1998: 178).
privadas (ibíd.: 208-209). Por ello, Healey
Numerosos críticos han alertado de la diver-
propone cuatro parámetros generales que
sidad de comunidades y grupos sociales, y
garanticen una «gobernanza participativa y
de los múltiples ejes de división y opresión
democrática» (ibíd.: 288, 294): 1) establecer
en su seno, por lo que, de acuerdo con el
los derechos y deberes de cada uno de los
planteamiento de Forester, los expertos no
agentes que tienen alguna implicación en el
deberían alinearse acríticamente con sus ini-
proceso; 2) establecer reglas y mecanismos
ciativas y reivindicaciones (Sandercock, 1998:
para proveer los recursos necesarios (de
179). Otro tanto ocurriría con las relaciones
subsistencia económica mínima, de ejercicio
entre expertos y comunidades con el Estado
de los derechos de ciudadanía, de inversión
ya que pueden tornarse antagonistas tanto
y compensación económica pública, etc.);
como complementarias en aras de los intere-
3) especifi car los criterios para «reestimar
ses de los colectivos excluidos y oprimidos.
los retos» de modo que todos los agentes
justifi quen sus opciones y tengan en cuenta
cede de la teoría crítica y confl ictualista en
las de los demás; 4) especifi car la distribución
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
de competencias y tareas a desarrollar por
tre distintos colectivos sociales, tanto en lo
referente a los contenidos de la planifi cación
como a las reglas y formas de desarrollar
rester enfatizan rasgos esenciales de los pro-
el proceso. Después de las decisiones son
cesos, de su método, que los cualifi carían
necesarias evaluaciones de su alcance, es-
como participativos, entre los que sobre-
pecialmente en lo que se refi ere a los efec-
salen las reglas básicas que acepten todos
tos sobre el contexto social de desigualda-
los colectivos implicados en sus inicios y los
des, pero también en lo que se refi ere a los
criterios que se adoptarán para alcanzar al-
avances intrínsecos conseguidos durante
gún consenso defi nitivo. De esta forma se
el proceso de planifi cación y participación.
evitarían, según estos autores, las inercias
Sería conveniente distinguir y valorar, esta-bleciendo sus diferencias o prioridades, cada
más neoliberales a que conducen este tipo
una de las decisiones que se toman a lo lar-
de negociaciones públicas en materia de pla-
go del proceso, en lugar de restringirse a un
momento fi nal y defi nitivo de decisiones. Al
mismo tiempo que se toman decisiones, los
tidimensionales avanzan considerablemente
actores sociales se comunican de diferentes
en cuanto a las cuestiones que integran en
maneras y desarrollan estrategias de poder
su concepción de la participación ciudadana
que pueden afectar a los procesos de plani-
con respecto a las unidimensionales. Lo cual
fi cación tanto como otras circunstancias pro-
no es óbice para reconocer algunas similitu-
cedentes del contexto externo (político, eco-
des: por ejemplo, la extensión de la identidad
nómico, cultural, etc.). Las relaciones sociales
profesional de los urbanistas hasta compren-
entre los agentes con diferentes grados de
der roles de mediación, negociación y apo-
implicación en los procesos de planifi cación
yo a colectivos sociales sin conocimientos
participativa y las relaciones de ellos con
técnicos; o la confi guración institucional (o
sus contextos constituyen, pues, la principal
informal) de espacios abiertos donde pue-
contribución de los modelos multidimensio-
dan concurrir y argumentarse diferentes nales a la concepción de la participación opciones de planifi cación. El grado máximo
de participación en tanto que toma de deci-
2) La participación ciudadana en los pro-
siones sigue alentando de fondo, como es
cesos de planifi cación espacial es un dere-
lógico, a muchas de las propuestas multidi-
cho social y político básico en las sociedades
mensionales pero estas añaden, por su par-
democráticas. Por ello, constituye una pobre
te, otros aspectos relevantes del proceso de
defi nición de la misma considerarla como
participación (representación, expresión, ne-
una cesión de poder por parte de las elites y
gociación, etc.) y, sobre todo, una preocupa-
de los expertos. La mayoría de los modelos
ción central por sus efectos transformadores
multidimensionales, de hecho, enfatizan que
sobre las estructuras sociales y espaciales
son las iniciativas autónomas de distintos
más amplias. Podemos resumir, por lo tanto,
colectivos y organizaciones sociales las que
las principales valías de los modelos multidi-
propician formas de participación relevantes
para el cambio social. La participación ciu-
dadana dentro de los cauces burocráticos de
fi esta de una forma completa y amplia, no
un proceso de planifi cación solo sería una
más de las posibilidades que tienen los dis-
siones. Antes de llegar a ese momento son
tintos movimientos urbanos y los colectivos
necesarias acciones participativas que per-
sociales excluidos para propagar y perseguir
mitan el debate público y la interacción en-
sus reivindicaciones específi cas. Las autori-
TABLA 2. Rasgos de los modelos multidimensionales de participación ciudadana en el urbanismo Movimientos Dialéctico Potenciación Comunicativo- Crítico Colectivos que participan
nos (compuestos de nos (compuestos de dades (compues-
tos por individuos y afectados (también
colectivos sociales autoridades, empre-excluidos). Principales acciones participativas
taria. Autogestión tributiva y territorial. economía domésti-
blicos abiertos para político (garantizar presas) en formular convivencia, nego-
políticos, protesta y gociar su resolución. organización comu-nitaria). Poder psico-lógico. Papel de los expertos
ciones comunitarias ciones comunitarias mientos, aprendiza-y a políticas sociales y a políticas sociales jes y acuerdos. del Estado. Iniciativa del Principal variable
Transformación del Ejercer el «derecho «Potenciar» a los C o m u n i c a c i ó n ,
de ejercicio del
a la ciudad» como colectivos sociales aprendizaje, nego-
Condiciones ne-
Autonomía de los Reconocimiento de Satisfacción de ne-
cesarias para los
cesidades básicas ridad» y confi anza,
procesos participativos
A b r i r e s p a c i o s y políticos garanti-
tación de oprimidos Estado y de ONG. en la escala regional. Consecuencias
Transformación del Primacía de bienes Inclusión de ciuda-
sociales y políticas
chos a la propiedad en dinámicas de más «racionales»,
der ciudadano en do. Incremento del rrollo y redistribu-
«Florecimiento» de la sociedad civil y del «aprendizaje social». democrático
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
dades y los expertos tienen difi cultades para
cientes de que sus propias posiciones de po-
relacionarse con esas formas independientes
der pueden ser socavadas y transformadas
de participación y reacias, en ocasiones, a
a lo largo de estos procesos con intensas
integrarse en espacios de negociación en-
tre colectivos diferentes. Esta manifestación dual de la participación ciudadana, fuera y dentro de las instituciones, sería una fuente
CONCLUSIONES
constante de confl ictos y exigiría esfuerzos
El trabajo canónico de Alford y Friedland
de todas las partes para intervenir en ellos e
(1985) puso de manifi esto tres núcleos fun-
damentales de cuestiones sociológicas y
politológicas consignadas en las corrientes
tos activos de los procesos de planifi cación
del pluralismo, el elitismo y el confl ictualis-
participativa. Su activismo implica, por un
mo. Aplicado ese marco a la cuestión de
lado, ampliar el radio de acción de sus ca-
las políticas urbanas (que también es una
pacidades técnicas. La integración en orga-
de las bases empíricas más recurrentes en
nizaciones sociales, su discernimiento de las
aquel trabajo) y, en particular, a la cuestión
identidades colectivas y sus posibilidades de
de la «participación ciudadana» en la «pla-
representación en un proceso de planifi ca-
nifi cación espacial» nos encontramos con
ción, su capacidad de orientar y asesorar a
todas las partes, su estímulo para favorecer
pluralismo de las perspectivas participativas
escuchas mutuas y aprendizajes colectivos,
que aquí hemos denominado «unidimensio-
su intervención mediadora y negociadora,
nales». Entre ellas, solo el artículo crucial de
etc. le exigen una dimensión comunicativa,
Arnstein llega a sugerir «grados» posibles
social y política que no se le suponía al urba-
de participación en forma de autogestión y
nista exclusivamente especializado en dise-
autoplanifi cación comunitarias próximos a
ñar su propuesta técnica de ordenación terri-
las concepciones de las perspectivas con-
torial. Por otro lado, su identidad profesional
conserva un carácter crítico tanto en el senti-do de que sus conocimientos científi cos son
cuestionados, enjuiciados y modifi cados por
heurístico, se ha argumentado: 1) que existen
los distintos colectivos participantes como
concepciones de la participación ciudadana
por la necesidad que tienen los expertos de
y urbana también en autores con una clara
revisar sus propios supuestos y de contribuir
perspectiva confl ictualista o weberiana, si
a los procesos de planifi cación participativa
bien en ocasiones se rehúye el término «par-
con planes provisionales, sugerencias y de-
ticipación» o se incorpora en movimientos
cisiones integradoras de los debates y dife-
rencias manifestados hasta el momento. Por
fl ictos macrosociales; 2) que la selección de
último, los expertos se dedicarán también a
perspectivas participativas agrupada en las
crear las condiciones sociales necesarias e
imprescindibles para garantizar los recursos
les» son más coherentes con el elitismo y el
y derechos básicos en un proceso de parti-
confl ictualismo (en los términos defi nidos por
cipación. Trabajarán en el ámbito formal tan-
Alford y Friedland) que las unidimensionales;
to como en el informal, tendrán en cuenta
3) que las perspectivas multidimensionales
tanto las razones como las emociones. De
representan una «ventaja» respecto a las pri-
este modo, no pueden renunciar a formular
meras en la medida en que aportan una teo-
propuestas de una racionalidad ampliada y
rización más amplia y completa de los pro-
socialmente justa, pero también serán cons-
cesos participativos (sin restringirla a la toma
de decisiones, a las instancias institucionales
ser fi eles a las concepciones profesionales,
y a las demandas específi cas de colectivos
ciudadanos, todo al mismo tiempo. Trabajan
que no sea frecuente encontrar referencias
habitualmente en situaciones de incertidum-
a las concepciones multidimensionales de
bre, de grandes desequilibrios de poder y de
la participación urbana en los textos legales,
múltiples, ambiguos y confl ictivos objetivos
técnicos o sociológicos al uso (por ejem-
políticos» (Forester, 1987: 434). Esta cita, por
plo: Barber, 1984; Clark y Rempel, 1997).
último, pone de relieve las limitaciones a las
En cambio, gran parte de los principios par-
que también se enfrentan los modelos mul-
ticipativos implícitos en los modelos unidi-
tidimensionales que hemos expuesto aquí, a
pesar de sus virtudes. Pueden derivar, inclu-
líneas rectoras o presupuestos de las polí-
so, en una excesiva generalidad teórica por
ticas de «gobernanza neoliberal» (Santos,
la cual se los podría tachar de utópicos, o
en una generosa preocupación metodológi-
bemos recordar que la autoorganización, la
ca (tal como hemos apuntado sucintamente
movilización, la inclusión y la deliberación no
en lo referente a las «condiciones necesa-
indican, necesariamente, resoluciones rápi-
rias para los procesos participativos») que
das y efi caces (cuya cualifi cación varía según
los presentaría válidos para colectivos con muy desiguales posiciones de partida y de
cada contexto de condiciones objetivas y de
llegada (la ya mencionada aceptación de un
percepciones culturales) de los confl ictos
cierto pluralismo pragmático). Por ello, tanto
sociales que se pueden generar mientras se
en un extremo como en el otro son necesa-
participa o que infl uyen desde fuera en los
rias distinciones más precisas: los modos y
procesos de planifi cación y de participación.
podrían indicar pautas de acción con fi nes
pia del elitismo y del confl ictualismo, algunos
democráticos participativos e inclusivos.
teóricos de los modelos multidimensionales
también sospechan de la bondad intrínseca
cionados han proseguido por ese camino, lo
de todas las acciones y procesos de partici-
relevante de sus planteamientos, a mi juicio,
pación ciudadana. El localismo, el comunita-
es que han señalado unas fructíferas premi-
rismo y el «particularismo militante» pueden
acarrear defensas insolidarias de intereses particulares que solo instancias supraloca-les (estatales, regionales o supranacionales)
REFERENCIAS
o procesos deliberativos profundos podrían corregir en pos del interés general. De forma
Abu-Lughod, Janet (1998): «Civil/Uncivil Society:
Confusing Form with Content», en Mike Douglas
simultánea, resulta evidente que cada caso
y John Friedmann (eds.), Cities for Citizens. Plan-
concreto y cada experiencia local comporta
ning and the Rise of Civil Society in a Global Age,
una atención singular a las formas de impli-
cación, diálogo, negociación e innovación que
Alexander, Christopher (1976): Urbanismo y partici-
se produzcan (entre los numerosos autores
pación, Barcelona: Gustavo Gili.
que lo han desarrollado lúcidamente: Alinsky,
Alexander, Christopher, Sara Ishikawa y Murray Silvers-
1972; Chambers, 1997; Villasante, 2006).
tein (1980): Un lenguaje de patrones. Ciudades,
«Los planifi cadores locales a menudo se
edifi cios, construcciones, Barcelona: Gustavo Gili.
enfrentan a tareas complejas y contradicto-
Alford, Robert R. y Roger Friedland (1985): Powers
rias. Pueden pretender servir a las autorida-
of Theory. Capitalism, the State and Democracy,
des políticas, cumplir los mandatos legales,
Cambridge: Cambridge University Press.
Dimensiones múltiples de la participación ciudadana en la planifi cación espacial
Alinsky, Saul (1972): Rules for Radicals, New York:
Society in a Global Age, Chichester: John Wiley
Arnstein, Susan (1969): «A Ladder of Citizen Partici-
— (1999): The Deliberative Practioner. Encouraging
pation», Journal of the American Planning Asso-Participatory Planning Processes, Cambridge:
Barber, Benjamín R. (1984): Strong Democracy: Par-
Friedmann, John (1991): Planifi cación en el ámbito ticipatory Politics for a New Age, Berkeley: Uni-
— (1992): Empowerment. The Politics of Alternative
Borja, Jordi y Manuel Castells (1997): Local y Global. Development, Cambridge:Blackwell. La gestión de las ciudades en la era de la infor-
«The New Political Economy of Planning:
mación, Madrid: Taurus-United Nations for Human
The Rise of Civil Society», en Mike Dou glas y
John Friedmann (eds.), Cities for Citizens. Plan-
Castells, Manuel (1974): La cuestión urbana, México:
ning and the Rise of Civil Society in a Global Age,
— (1986): La ciudad y las masas. Sociología de los
Goodman, Robert (1977): Después de los urbanistas, movimientos sociales urbanos, Madrid: Alianza.
— (1999): La era de la información: Economía, So-
Judge, D., G. Stoker y H. Wolman (eds.) (1995):
ciedad y Cultura. Vol. 2: El poder de la identidad,
Theories of Urban Politics, London: Sage.
Harvey, David (1989): Urbanismo y desigualdad so-
Chambers, Robert (1997): Whose Reality Counts? Putting the First Last, London: Intermediate Tech-
— (1992): «Social Justice, Postmodernism and the
City», International Journal of Urban and Regional
Clark, Terry N. y Michael Rempel (1997): Citizen Po-litics in Post-industrial Societies, Boulder, CO:
— (1994): «Flexible Accumulation trough Urbani-
zation: Refl ections on Post-Modernism in the
Cooke, Bill y Uma Kotari (eds.) (2001): Participation:
American City», en A. Amin (ed.), Post-Fordism.
Davidoff, Paul (1965): «Advocacy and Pluralism in
Justice, Nature and the Geography of Dif-
Planning», Journal of the American Planning As-
«The Right to the City», International Jour-
Fagence, Michael (1977): Citizen Participation in Plan-nal of Urban and Regional Research, 27 (4): 939-
Fals Borda, Orlando (1985): Conocimiento y poder Espacios del capital. Hacia una geografía popular. Lecciones con campesinos de Nicara-gua, México, Colombia, Bogotá: Siglo XXI-Punta
Healey, Patsy (1995): «Discourses of Integration:
Making Frameworks for Democratic Urban Plan-
Fainstein, Susan S. y Clifford Hirst (1995): «Urban
ning», en P. Healey et al. (eds.), Making Cities:
Social Movements», en D. Judge et al. (eds.),
The New Urban Context, Sussex: John Wiley
Theories of Urban Politics, London: Sage.
Forester, John (1987): «Planning in the Face of Con-
Collaborative Planning. Shaping Places in
fl ict. Negotiation and Mediation Strategies in Lo-
Fragmented Societies, Hampshire: Macmillan.
cal Land Use Regulation», Journal of the Ameri-
Jacobs, Jane (1973): Muerte y vida de las grandes can Planning Association, 53(3): 303-314. ciudades, Barcelona: Península.
— (1998): «Rationality, Dialogue and Learning:
Le Corbusier (1993): Principios de urbanismo (La
What Community and Enviromental Mediators
Carta de Atenas), Barcelona: Planeta.
Can Teach Us about Practice of Civil Society», en Mike Douglas y John Friedmann (eds.), Ci-
Lowe, Stuart (1986): Urban Social Movements. The ties for Citizens. Planning and the Rise of Civil City after Castells, London:Macmillan.
Lukes, Steven (1974): Power. A Radical View, London:
M. Castells», Environment and Planning D: So-ciety and Space, 4(2): 221-231.
Martínez, Miguel (2003): «Los movimientos sociales ur-
Polanyi, Karl (1989): La gran transformación. Crítica
banos. Un análisis de la obra de Manuel Castells»,
del liberalismo económico, Madrid: La Piqueta. Revista Internacional de Sociología, 34: 81-106.
Ramón, Fernando (1967): Miseria de la ideología ur-
— (2006): «La participación social en el urbanismo,
banística, Madrid: Ciencia Nueva.
en los límites de la realidad», Biblioteca de Ciu-
Sandercock, Leonie (1998): «The Death of Modernist
dades para un Futuro más Sostenible, 34: [http://
Planning: Radical Praxis for a Postmodern Age»,
habitat.aq.upm.es/boletin/n34/ammar.html].
en Mike Douglas y John Friedmann (eds.), Cities
«The Citizen Participation of Urban Move-
for Citizens. Planning and the Rise of Civil Society
ments in Spatial Planning: A Comparison between
in a Global Age, Chichester: John Wiley and Sons.
Vigo and Porto», International Journal of Urban
Santos, Boaventura de Sousa (2005): «A crítica da
and Regional Research,no.doi: 10.1111/j.1468-
governação neoliberal: O Fórum Social Mundial
como política e legalidade cosmompolita subal-
Mayer, Margit (2006): Manuel Castells’ The City and
terna», Revista Crítica de Ciências Sociais, 72:
the Grassroots, International Journal of Urban and Regional Research, 30(1): 202-206.
Scott, James C. (1998): Seeing like a State. How
Michel, Hélène (2007): «La “societé civile” dans la
Certain Schemes to Improve Human Condition
“gouvernance européenne”. Eléments pour une
Have Failed, New Haven: Yale University Press.
sociologie d’une catégorie politique», Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 166/167: 30-37.
Simmie, James (1981): Power, Property and Corpo-ratism. The Political Sociology of Planning, Lon-
Offe, Claus (1985): «New Social Movements: Chal-
lenge to The Limits of Institutional Politics», Social Research, 52 (4): 817-868.
Villasante, Tomás R. (1984): Comunidades locales. Análisis, movimientos sociales y alternativas, Ma-
Pickvance, Christopher (1985): «The Rise and Fall of
Urban Movements and the Role of Comparative Analysis», Environment and Planning D: Society
— (2006): Desbordes creativos. Estilos y estrategias para la transformación social, Madrid: La Catarata.
— (1986): «Concepts, Contexts and Comparison
Young, Iris M. (2000): La justicia y la política de la
in the Study of Urban Movements: A Reply to
diferencia, Madrid: Cátedra. RECEPCIÓN: 15/12/2009 REVISIÓN: 03/05/2010 APROBACIÓN: 07/09/2010
Focused Real-Time Dynamic Programming for MDPs:Robotics Institute, Carnegie Mellon UniversityFRTDP guides outcome selection by maintaining a prior-ity value at each node that estimates the benefit of directingReal-time dynamic programming (RTDP) is a heuris-search to that node. Priority-based outcome selection bothtic search algorithm for solving MDPs. We present amodified algorithm called F
Discourses of DenialMediations of Race, Gender,and Violence All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored ina retrieval system, or transmitted, in any form or by any means, without priorwritten permission of the publisher, or, in Canada, in the case of photocopyingor other reprographic copying, a licence from Access Copyright (CanadianCopyright Licensing Agency), www